El arte de la bola
La guerra, el fútbol, la confrontación y la humanidad, oh lalá
La pelota no se mancha
Recuerdo que no hace mucho conversaba con alguien sobre el tema del fútbol, y como siempre estaban las preguntas de quien no gusta de este deporte, sobre la mesa: ¿por qué a tanta gente le interesa el fútbol?
La respuesta es relativamente sencilla:
El fútbol es, en gran medida, la guerra de nuestros tiempos.
Tenemos una inherente y muy verificable necesidad de confrontarnos. Está en nosotros; somos como todo organismo viviente, competitivos; y los tiempos han cambiado a favor de una civilidad algo forzosa que se ve retada por muy criticadas guerras y conflictos que se mantienen aisladas (no se esparcen).
Sin embargo cada fin de semana contamos con la posibilidad de tomar partido por un bando, ver la puesta en escena de una estrategia, un ataque, una defensa: una simulación de guerra / un partido de fútbol.
¿Qué eventos hacen que el nacionalismo reviva en un pueblo? Sólo las tragedias y las guerras (que tienen una relación casi de siameses). ¿Cómo se configura la noción de pueblo? Identificación cultural y simbólica: un escudo, una camiseta. El estadio es, entonces, lo más cercano a un campo de batalla, a un coliseo romano; y nosotros trasladamos nuestra propia necesidad de confrontación al esfuerzo que realizan los equipos que nos representan.
Por eso lo vivimos, por eso nos emocionamos, por eso perdemos la razón momentáneamente, algunos más, otros menos.
Vencer o morir es lo más cercano a ganar o perder.